Es muy frecuente escuchar en voz de los adultos:
“Mi hijo o hija me manipula, sabe que si hace eso (llorar, gritar, patalear) tendrá lo que quiere de mí”.
Para nuestra sorpresa y alivio no es así, LOS NIÑOS/AS NO MANIPULAN‼, desde que nacen están constantemente buscando la forma de relacionarse con su mamá, con su papá o con la persona que cuida de ellos, con el fin de obtener protección o consuelo. Es esperable que una madre, padre o cuidador importante no sepa qué es lo que necesita un bebé durante los primeros meses de vida, es por ello que es natural que ese bebé use distintas formas como llorar, mirar, aferrarse, entre otras, para expresar sunecesidad y atraer la atención de su cuidador. Entonces, a medida de que el niño o niña comunica y el adulto significativo responde, él/ella va aprendiendo que su conducta provoca una respuesta específica, por ejemplo el bebé llora, la madre lo toma en sus brazos, lo consuela y el bebé va aprendiendo que puede contar con esa persona cuando lo necesite. Esto es una forma saludable de relación del niñ@ con su madre, padre o persona que lo cuide, el bebé y luego de niñ@,necesita saber cuán disponible está ese adulto para él/ ella, poniendo a prueba esa disponibilidad en momentos difíciles para el niñ@, precisamente donde necesita ayuda para entender lo que le pasa y poder calmarse, esto sólo se logra si como adultos podemos regular nuestra conducta y actitud hacia el niñ@, a una manera más amorosa y predecible en el tiempo.
Como adultos debemos intentar ver lo que realmente está sucediendo con nuestros niños a nivel emocional, debemos evitar ver las expresiones emocionales de forma negativa, porque este comportamiento que a veces no nos hace sentir cómodos, es la única manera de que nuestros niñ@s puedan darnos a saber lo que les está pasando. Esto es una actitud que podemos ir trabajando a diario, no se trata de hacer más cosas, pero sí de hacer esas cosas de forma sincera y respetuosa, pensando en qué nos querrá comunicar nuestr@ hij@ y qué espera y qué necesita de nosotros como adultos protectores.
Ps. Lilian Urrutia
Psicóloga Clínica